El consumo nos acompaña siempre, todo el día está expuesto a estímulos que esperan convencerlo de comprar por impulso, el problema no es el consumo, el problema es consumir por consumir, hay algunos principios que le permiten tomar el control de sus finanzas, analícelos y póngalos en práctica.
Planifique.
Planificar nos permite comparar el escenario ideal con el escenario real, nos permite tomar decisiones en el camino y corregir los errores. Planear significa definir unos pasos específicos que organizan nuestro cerebro y lo tranquilizan. Estar tranquilo y poder comparar desemboca en mejores decisiones financieras y le permite saber con antelación si puede permitirse ciertos gustos. Finalmente, al estar más informado, podrá tomar decisiones que ayudarán a disminuir las comprar por impulso.
Calcule cuánto le cuesta comprar.
Haga un cálculo rápido, divida su ingreso neto anual entre 250 – Número de días laborales en Colombia-, lo que le permite saber cuánto recibe en dinero por un día de trabajo, a partir de aquí empiece a realizar la conversión de días de trabajo que necesita cada vez que se le antoje comprar algo que no necesita, saber cuánto esfuerzo requiere comprar ese artículo innecesario es como pellizcarlo cada vez que va a tomar una decisión financiera, puede que finalmente tome la decisión y lo compre, pero por lo menos lo asume entendiendo las consecuencias.
Utilice dinero en efectivo mientras entiende las consecuencias.
A diferencia del pago con tarjeta de crédito, pagar con monedas y billetes genera un impulso de dolor en el cerebro, cuando está en el proceso de tomar consciencia sobre sus gastos, usar dinero en efectivo le da una referencia material sobre lo que se está sacrificando, le permite tocar, palpar. Nuestro cerebro no ha evolucionado para entender del todo el dinero electrónico. Mientras se acostumbra y se adapta a ser más racional con sus gastos, es mejor que siga utilizando el efectivo, esto seguro lo disuadirá de los gastos que no son necesarios.
Cree un ambiente de bajo consumo en su familia.
Sus hijos aprenden observando e imitando, hágales un bien y empiece a enseñarles con su comportamiento que la riqueza no está en lo que tenemos ni en lo que podemos presumir, cuando se crece pensando que su familia no es tan rica como parece, seguro que no le falta nada, pero no le va a entregar una percepción distorsionada de la riqueza. Cuando crezcan, van a valorar más lo que tienen, pero sobretodo, les permitirá vivir muy por debajo de sus posibilidades, lo que se verá reflejado en una mayor posibilidad de ahorro.
Evite comprar cosas solo porque están de moda.
Este es un punto muy difícil de entender, sobre todo porque vivimos bombardeados de publicidad y de redes sociales; nos queremos parecer a los personajes que nos muestran las pantallas. Claro, puede llegar un punto en el que se pueda dar un gusto y comprar algo que no necesite, así sea costoso, lo importante es que realmente lo haga feliz. Aquí lo primero que hay que analizar es si lo puede costear o no, después, entender que ese tipo de bienes no se deben comprar con deuda, defina si lo hace feliz, si le genera valor y ahí si tome la decisión, antes no.
Entienda que cosas costosas lo obligan a comprar otras cosas costosas.
Cuando usted compra un carro costoso, se siente en la obligación de combinarlo con otras cosas que también son costosas, ropa de marca, gafas de sol, zapatos de moda, a veces dar ese paso es un camino sin reversa, por eso, si cree que puede comprar un carro costoso, entienda las consecuencias y asúmalas pero no permita que se convierta en una bola de nieve que después no va a poder detener.
Analice la compra antes de hacerla.
Uno de los problemas más graves del gasto excesivo es la compra por impulso. De pronto iba por la calle y decidió comprar el bolso o la billetera que le gustó, no le alcanza, pero la paga con tarjeta a 36 cuotas, después de eso se va a sentir culpable, le puedo apostar 100 a 1. Aquí hay un ejercicio que funciona, déjela pasar por ahora, y espere una semana a ver si efectivamente la necesita y la puede pagar, en un alto porcentaje tomará la decisión acertada… que se vaya, o en el peor de los casos encontrará una opción de mejor precio que cumpla las mismas condiciones. Recuerde que el mayor grado de satisfacción en la compra está entre el deseo de tenerlo y el momento en el que tiene el producto en sus manos, después normaliza la satisfacción, ya no genera el mismo placer. Entiéndalo y automáticamente bajarán las compras por impulso.
Recuerde que usted no es lo que presume.
Cuando nuestra autoestima es alta, sabemos quiénes somos y lo que tenemos, que generalmente está por dentro, no se ve a simple vista, no nos interesa lo que piensen los demás, comprar solo para mostrar que tenemos dinero es el mayor error que podemos cometer, quiérase, las personas a las que usted quiere hacer parte de su círculo de amigos no les interesa lo que demuestre, les interesa lo que es.
Piense en su mañana, sacrificar consumo hoy mejora sus perspectivas del mañana.
Debido al famoso interés compuesto, cada peso que gaste hoy en algo que no necesita es una gran cantidad de dinero que seguramente después si va a necesitar, no se apresure y siempre piense en largo plazo, el problema es que queremos que la retribución sea inmediata, salir de esa necesidad le permite asegurar un futuro con los recursos para todo lo que necesitará en su vejez.
La dopamina nunca permitirá que se sienta totalmente satisfecho.
El ser humano, para asegurar su supervivencia, estimula el cerebro con una molécula que se llama Dopamina, la Dopamina se asegura de que siempre tengamos la necesidad de querer más. Hace muchos años, servía para que siempre estuviéramos motivados y nos asegurara el alimento en tiempo de escasez, pero hoy es utilizado por las empresas y el mercadeo para que nunca sintamos que estamos satisfechos y siempre queramos más. Si entendemos este principio, entenderemos que ninguna cosa material en nuestras manos nos va a generar una mayor satisfacción de la que sentimos en ese preciso instante antes de tenerla, así que siempre hay que tener hambre, pero entendiendo que el poseer no nos hace precisamente más felices. Esto nos ayuda a tomar decisiones más racionales, y por lo tanto a comprar menos por impulso.
Calcule los pequeños gastos recurrentes.
Existen esos pequeños gastos recurrentes, ese pequeño café de la mañana, eso botella de agua después del almuerzo, todos esos gastos pequeños parecen inocuos, pero si los sumamos los hacemos sensibles, haga el cálculo, al final de mes hágase consciente de cuánto le significan y cuánto le roban a su presupuesto, puede que los pueda pagar, pero puede que esos recursos le generen más valor en otro lado. Piénselo.
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