El consumismo: consumir por consumir, pone en riesgo nuestra estabilidad financiera, cada peso que gastamos en cosas que no necesitamos es un peso que nos hace menos ricos, un peso que se deja de invertir en el futuro, un peso que no nos quitamos de encima, más bien lo agregamos al lastre de vivir una vejez insípida y sin recursos.
Según Zygmunt Bauman, psicólogo polaco, el consumismo nos convierte en productos de consumo, pasamos de ser consumidores a objetos propios para consumir. Si lo pensamos bien, tiene mucho sentido, compramos bienes de consumo para encajar en una sociedad a la que queremos pertenecer, pero esa relación no es mutua, a la sociedad no le importa si eso nos ayuda a mejorar como persona, por el contrario, nos hace sufrir ansiedad al intentar emular a otros que no viven en las mismas condiciones que nosotros.
Las redes sociales y los medios de comunicación tienen mucho que ver con el problema, todos los días exhiben una imagen falsa de la riqueza, más vinculada con poseer y presumir que con lo que nos debería interesar: mantener y acumular pensando en el futuro.
El consumismo se creó para que gastemos, para que no pensemos en la conveniencia de adquirir algo, para transferir nuestro dinero a otras manos que a largo plazo van a saber ser más ricas que nosotros. Todos los días se transforma, se adapta, se aprovecha de que nuestro cerebro no evoluciona a la misma velocidad y pretende convencernos de suplir una necesidad que no existe.
Si compramos unos zapatos porque están de moda, -De hecho los más costosos-, lo hacemos para intentar vernos como aquellos modelos ficticios y distorsionados que las redes sociales y los medios de comunicación valoran porque venden. Si logramos ser conscientes de cómo nos manipulan, tendremos más herramientas para luchar por nuestros intereses.
Aún más grave es que los valores de nuestros hijos están siendo distorsionados, desde muy pequeños están expuestos a los riesgos de publicidad que se aprovecha de su inocencia y que crea falsos héroes cuya imagen depende de lo que poseen, es decir, de lo que necesitan vendernos, dejando en segundo plano la importancia del trabajo, del esfuerzo y del tiempo que hay que sacrificar para conseguirlo.
Primero, seamos conscientes de lo que nos vale conseguir el dinero, a mi me gusta saber cuántas horas de trabajo, de sacrificio, de dejar de estar con mis hijos me puede llegar a costar algo que voy a comprar, si un artículo me cuesta $ 100, y tengo que trabajar 1 hora para ganar $ 20, ese artículo me costó 5 horas de trabajo, así que con ese número puedo tomar una decisión de si vale o no vale la pena comprarlo.
Recuerda que esa compra financiada te permite satisfacer la necesidad hoy, pero tendrás que pagarla en cómodos plazos de hasta 60 meses (Casi nunca calculamos los intereses), y que ese valor de la cuota disminuye el flujo de caja del futuro, lo que no te va a permitir comprar cosas que tal vez sean necesarias en los próximos años.
Por otro lado, el mayor pico de satisfacción se da entre el momento que se toma la decisión de comprarlo y el momento en el que nos lo entregan, después nos acostumbramos y pierde gran parte del encanto. Y si contamos a los pocos meses con una versión mejorada, la cosa se va poniendo más complicada.
Lo importante es entender que la felicidad no está en las cosas, si vivimos bien con nosotros mismos y con las personas que nos rodean, no necesitamos llenarnos de cosas, está bien darse un lujo, o gastar en una indulgencia, pero no puede volverse un estilo de vida.
Ahora si, hablando de finanzas, entendamos primero que todos vivimos del consumismo, eso también es una realidad, así que tener solamente malos comentarios tiene un toque de hipocresía y nos saca de contexto, el problema no es el consumo, es el consumismo sin sentido.
Hagamos un ejercicio para comprobar este punto.
Encontramos un televisor, inteligente, 50 pulgadas, última tecnología ¿Cuánto cuesta? El precio no es relevante, o eso te hacen creer, tan solo USD 1.500. Que vaina, no lo puedes costear, solamente tienes 500 USD y sería irresponsable gastarse lo del mercado comprando un televisor de esa magnitud. De pronto se te ocurre una idea genial, ¿y si lo compramos con tarjeta de crédito? ¡Lo podemos diferir en 36 cuotas! Sacamos la calculadora del celular – Porque sabemos hacer cuentas – y dividiendo 1500 entre 36 encontramos que pagaríamos 41.6 USD mensuales, buen negocio, verdad? Así que sin pensarlo nos lo llevamos pa la casa.
Ahora, no antes, pensamos qué vamos a hacer con ese televisor “Viejo” que compramos hace tres años, eso es lo de menos, lo regalamos o lo ponemos en venta, barato, porque ya cumplió su función. No nos damos cuenta de que estamos cayendo en la trampa del consumismo, ¿acaso ese televisor viejo no funciona? ¿No cumple con las mismas funciones del nuevo? Mmmm, yo creo que si…, pero la sociedad nos está vendiendo lo contrario.
Ahora si vamos a hacer cálculos:
Asumamos que el interés que nos cobra la tarjeta es del 25% anual (Barato comparado con lo que están hoy), que diferimos la cuenta a solo 36 meses, porque podríamos hacerlo a 60…, pero 36 está bien. Para facilitar el ejercicio vamos a poner cuotas fijas, eso quiere decir que cada mes vamos a pagar una cuota fija que suma el valor del préstamo dividido entre 36 (41.66USD) más los intereses, que en este caso nos daría una cuota fija mensual de $57.7 USD. Multiplicando, terminaríamos pagando en tres años aproximadamente $ 2.077 USD por un televisor de $ 1.500 USD, claro, pero lo pagamos en cuotas…
Tenga en cuenta que en su extracto solamente le va a aparecer el valor del capital en la casilla de diferido, el valor de los intereses se lo van a colocar aparte, esa es una estrategia para que no sea consciente de lo que le está cobrando el banco.
No sería mejor, ¿transferir automáticamente de tu cuenta a otra cuenta de inversión, o de ahorro, esos USD 57 mensuales hasta conseguir el valor del televisor? En 26 meses, si, casi un año antes, es el tiempo que te vas a demorar en ahorrar y poder comprar tu televisor, eso sin agregar los intereses que podría ganar lo ahorrado durante todo ese tiempo, en cuyo caso podría disminuir el tiempo de compra hasta a 20 meses.
Haciendo un análisis un poco más profundo, es como si usted hubiera invertido ese dinero durante los últimos 2 años, y hubiese obtenido una rentabilidad aproximada del 17% anual… Nadie, créame, nadie le va a pagar esa rentabilidad sin hacer nada, y eso que no tuvimos en cuenta la rentabilidad que podría generar invirtiendo ese dinero en cosas sencillas. Tenga en cuenta que, si lo compra a crédito, igual tendría que pagar esa cuota mensualmente. La única diferencia es el momento en el que va a disfrutar del aparato, no más.
Si compramos cosas que no necesitamos, el dinero no se reproduce, no crece, se acumula en nuestros armarios, en nuestra casa, en nuestros cajones, después nos damos cuenta de todo lo que hemos gastado y que al final se fue a la basura, ¿Realmente había que comprarlo? O fue una respuesta impulsiva a un estímulo que le botaron por ahí… Podría apostar a que fue lo segundo.
Existen varias razones que nos llevan a tomar decisiones por impulso, analícelas e intente entender con cuál se siente más identificado, así puede crear consciencia la próxima vez que se sienta en la necesidad de gastar más de la cuenta.
· Desde niños nos acostumbran a comprar por impulso.
o Los niños se sienten atraídos hacia los colores, hacia las formas atractivas de los juguetes y dulces, ellos son un influenciador muy poderoso para obligar a los adultos a gastar, a veces nos cuesta y nos hace sentir culpables decirles que no, dedíqueles más tiempo de calidad, así no se ve forzado a comportarse de acuerdo a sus caprichos, haga un inventario de cuántos juguetes le ha comprado y cuántos ni siquiera fueron usados dos veces, se asombraría de la cantidad de dinero que ha gastado en eso.
· No somos conscientes de lo que nos cuesta comprar las cosas.
o Haga un ejercicio, divida sus ingresos anuales entre 365, entienda cuándo recibe usted por un día de trabajo, y cada vez que vaya a comprar algo calcule cuántos días de trabajo le cuesta conseguirlo, eso lo va a obligar a concientizarse y a analizar mejor si vale la pena comprar un artículo o no.
· La publicidad es omnipresente, nos manipula.
o No nos damos cuenta, pero está en todas partes, se calcula que una persona puede recibir unos 4.000 impactos de marca por día, entenderlo nos hace más poderosos, y nos permite tomar decisiones con conocimiento, ojo que las redes sociales y sus “Influenciadores” no solo comercian con nuestros datos, nos están mostrando lo que queremos ver y nos incitan a comprar lo que no necesitamos.
· La financiación es cada vez más fácil.
o Lo hablamos arriba, hoy tenemos a la mano la facilidad de financiación de casi cualquier cosa, nuestra economía se basa en el crédito, que en algunos casos nos ayuda, nos apalanca, pero en la mayoría nos envuelve en su oscuridad y nos hace cometer errores financieros. Edúcate, entiende cómo calculan los bancos los créditos, las tasas, las cuotas, juega su mismo juego y verás que poco a poco te podrás aprovechar de eso pero para tu propio beneficio.
· Las comprar por internet facilitan el proceso.
o El Internet facilita el proceso, lo hace menos doloroso, más rápido, minimiza el esfuerzo, ya ni siquiera tenemos que salir de la casa a comprar las cosas, inclusive, el internet de las cosas nos va a ahorrar hasta la necesidad de hacer una lista de mercado. Por lo menos al principio, mientras entendemos el sistema, hagámoslo nosotros mismos, ese esfuerzo nos cuesta, y al costarnos nos vuelve más conscientes, perdón que insista tanto en la consciencia, pero es básica para no cometer errores financieros.
· Comprar con tarjeta disminuyen el dolor que se siente al comprar.
o Antes de empezar a comprar con tarjetas, es importante usar dinero físico, está comprobado que el área del cerebro que está vinculada con el dolor se intensifica cuando usamos monedas y billetes, el cerebro no se ha adaptado al nuevo uso electrónico del dinero, así que es un buen ejercicio pagar con billetes y monedas mientras resolvemos nuestros problemas financieros.
Me parece que lo más importante es entender la noción del esfuerzo que nos cuesta conseguir algo, dejar de pensar en las satisfacciones de corto plazo y empezar a pensar en el largo plazo. Antes, la única manera de conseguir un buen patrimonio requería de años, preparación, esfuerzo y disciplina, en muchos casos hoy también funciona, pero medios de difusión como las redes sociales, nos muestran que el dinero depende de si logras aprovechar una oportunidad efímera, hoy las redes nos muestran muchos ejemplos, que de hecho son los más populares, en los que la riqueza es tener cosas lujosas, sin fondo, y ese es, desafortunadamente, el nuevo patrón de riqueza.
Hoy te puedes volver rico como Youtuber, Instagramer, Tik Toker o Futbolista, y puedes hacerlo desde niño, con un golpe de suerte que no tiene nada que ver con agregar valor, no digo que todo sea malo, pero sinceramente no le veo sentido a personas de más de 18 años haciendo programas de Youtube enfocados en juegos para niños de 7, no tiene coherencia y crea distorsión.
Hasta tal punto ha llegado el consumismo, que inclusive la inocencia de los niños es utilizada para que sus padres les compren de manera autómata lo que ellos piden, en los estantes de las tiendas se observan colores y espacios exclusivos para los pequeños, que tienen la única intención de venderles algo.
En la mayoría de los casos, nuestros padres y abuelos no vivían en una sociedad que los obligara a mostrar lo que no son, simplemente eran, así los aceptaba su entorno, por qué nosotros no podemos seguir su ejemplo, aprovechemos el momento de abundancia en el que vivimos, aprendamos a administrar el dinero que tanto nos ha costado conseguir, vivamos de acuerdo a nuestras capacidades, poco a poco iremos consiguiendo algo que nos permita vivir tranquilos.
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